”Considerad al hombre como a una mina, rica en gemas de valor inestimable. Sólo la educación puede hacerle revelar sus tesoros y permitir que la humanidad se beneficie con ello”Bahá‘u’lláh

sábado, 2 de junio de 2012

La naturaleza del ser humano


Ante la necesidad existencial de comprender su propia realidad, las personas hemos desarrollado diferentes apreciaciones sobre la naturaleza del ser humano, en base a nuestras experiencias o los aprendizajes asimilados en el ambiente familiar, social o cultural en que vivimos.


Los diferentes conceptos que existen sobre la naturaleza del ser humano, se los puede agrupar en dos categorías (Hernández, 1997, p.7) dependiendo de la visión del hombre en que se basan:

  1. Conceptos basados en la visión restricta o limitada de la naturaleza humana.

  2. Conceptos basados en la visión irrestricta o ilimitada de la naturaleza humana.

Los conceptos o creencias basados en la visión limitada ponen énfasis en las limitaciones y debilidades del ser humano. Desde la perspectiva de estas creencias, el ser humano es considerado como un ser egoísta y agresivo por naturaleza, cuya única motivación es la búsqueda del placer y del poder, aún a costa de los demás.

Además, se enfatiza que los defectos y los errores de los hombres están más allá de su capacidad para superarlos.

En consecuencia, se considera como normal la mentira, la deshonestidad, el engaño, y se aceptan, como a ciertos grados inevitables, los hábitos destructivos de los hombres que dan lugar al crimen, la delincuencia, la drogadicción y el alcoholismo que azotan a la sociedad.

Asimismo, por el egoísmo y la desmedida ambición que se le atribuye, se lo considera incapaz de dedicarse al servicio del bienestar de la humanidad. El resultado más negativo de estos supuestos es que se considera al hombre incapaz de superar su tendencia egoísta y su excesivo individualismo y de desarrollar cualidades nobles que le permitan dedicarse a una causa superior a sí mismo.

Además, se tiene la creencia de la existencia de personas superiores e inferiores, considerándose que sólo las personas superiores tienen derechos y privilegios y que los considerados inferiores están privados hasta de los derechos humanos más fundamentales. Este concepto discriminatorio de la naturaleza del ser humano es la causa de las injusticias sociales de todos los tiempos.

De hecho, esta concepción que tenemos del hombre moldean las estructuras sociales, políticas y culturales de la humanidad. Al respecto Peter C. Newton-Evans, señala: “Un efecto negativo de este concepto del hombre como animal racional, es que no solamente esencializa en el ser humano las características agónicas atribuidas comúnmente a los animales, sino que además las encarna en las estructuras de la sociedad y las eleva al rango de institución. Por tanto, a menudo esto se emplea como justificación para la guerra: ya que los animales pelean, es 'natural' que el animal racional también lo haga” (http://culturadepaz.peternewton.biz/)

Por el contrario, los conceptos que se basan en la visión irrestricta del ser humano enfatizan que los seres humanos nacen “con una naturaleza que es esencialmente noble y están dotados de una bondad potencial, reconocen que estas características fundamentales se manifiestan gradualmente, como resultado de procesos apropiados de aprendizajes y transformación” (Anello y Hernández, 1996, p 64). Por tanto, tienen la convicción de que el hombre tiene la capacidad de desarrollar poderes físicos, intelectuales y espirituales para contribuir al bienestar de la colectividad. Asimismo, por su nobleza esencial es capaz de encontrar el significado de su vida inspirado por una causa superior a sí mismo.

Sin embargo, esta visión no está ciega a todos los defectos que a menudo caracterizan las acciones humanas; más bien, considera que el ser humano tiene dos naturalezas, una naturaleza superior o espiritual y otra naturaleza inferior o material. La naturaleza inferior del ser humano se manifiesta a través del egoísmo, la ambición, la injusticia, la falsedad, la crueldad, y la búsqueda del placer y poder. El predominio de esta naturaleza es la causa del crimen, violencia y corrupción que están atormentando a la sociedad actual.

En cambio, su naturaleza superior o espiritual le permite descubrir principios y practicar virtudes para contribuir al establecimiento de un nuevo orden social basado en principios de unidad, paz, solidaridad y justicia social.

Gracias a su naturaleza superior, el ser humano puede convertir los sentimientos de odio en sentimientos profundos de amor y unidad, y la ambición y el egoísmo en un compromiso de búsqueda del bienestar de los demás.

Sin embargo, el ser humano, por el libre albedrío que posee, tiene el poder de elegir a voluntad si sus pensamientos y acciones sean guiadas por su naturaleza superior o inferior. Cuando una persona se deja arrastrar por su naturaleza inferior, se convierte en el esclavo de sus instintos y deseos egoístas, que generalmente derivan en grave consecuencias para sí y para los que lo rodean.

Pero si, por el contrario, decide dirigir sus pensamientos y acciones hacia su naturaleza superior, sus pensamientos y acciones son el reflejo de atributos nobles plasmados en el desarrollo de múltiples cualidades espirituales.

Aunque existen algunas cosas que están al margen de su voluntad, como el sueño, el hambre, la muerte o los accidentes, el ser humano es libre de obrar conforme le dicte su conciencia en cuanto a las elecciones entre las buenas y las malas acciones. “Por ejemplo, si así lo desea puede destinar su tiempo a la alabanza de Dios, o bien ocuparse en otros pensamientos; puede tornarse en un bienhechor amante del mundo, en una luz incandescente encendida por el fuego del amor a Dios; o bien odiar al género humano y dejarse absorber por las cosas materiales. Puede ser justo o cruel. Semejante actos y obras están sujetos a la voluntad del hombre mismo y de ahí su responsabilidad ante ellos.” (‘Abdu`l-Bahá, 1994)

Las creencias sobre la naturaleza del ser humano tienen gran influencia en la autoimagen y las expectativas y actitud que tenemos hacia los demás. Es decir, si la concepción de una persona sobre la realidad del ser humano está basada en la visión limitada o restringida, sus pensamientos y acciones estarán influenciadas por los supuestos que los seres humanos son seres llenos de debilidades e imposibles de corregir. Se considerará a sí mismo como un simple animal racional lleno de debilidades y limitaciones e incapaz de desarrollar cualidades y capacidades para contribuir al establecimiento de un orden social de paz, amor y unidad. Y al considerar a los demás de la misma forma sentirá una necesidad de controlarlos y de protegerse de ellos.

Por el contrario, si la persona basa su concepción en la visión del ser humano como un ser de nobleza esencial, tendrá fe en la capacidad que tienen los seres humanos de desarrollar sus infinitas potencialidades. Se considerará a sí mismo y a los demás con la capacidad de participar en un proceso continuo de transformación personal, motivado por el deseo de rendir un noble servicio hacia el bien de toda la humanidad.

Es más, los seres humanos tienen la tendencia de responder a las expectativas que se tienen de ellos. Por tanto, las expectativas que tenemos de los demás, según nuestra concepción del ser humano, influyen positivamente o negativamente en su forma de actuar. En tal sentido, la fe que se tiene en la nobleza espiritual de las personas las motiva a desarrollar atributos espirituales para guiar sus vidas y servir a los demás. Por el contrario, si los consideramos como seres egoístas motivados por el placer y el poder, de hecho, sus pensamientos y acciones serán guiados por esas tendencias.

En consecuencia, el establecimiento de un nuevo orden social basado en amor, unidad, justicia y paz entrañan un profundo compromiso en la promoción del potencial espiritual de la humanidad.


“Todos los hombres han sido creados para hacer progresar continuamente la civilización”.   
Bahá’u’lláh



REFERENCIAS

1.   Hernández, Juanita de. (1996). La Economía y el Desarrollo: Una Propuesta Ética. PRODES. Bolivia.
2.   Anello, Eloy y Juanita de Hernández. (1996). Liderazgo Moral. 2a edición. Universidad Núr. Santa Cruz. Bolivia
3.   ‘Abdu`l-Bahá. (1994). Contestaciones a Unas Preguntas, Editorial Bahá`i de España. Barcelona.  págs. 302-303
4.   Peter C. Newton-Evans. Hacia una cultura de paz: Naturaleza humana. http://culturadepaz.peternewton.biz/index.php?option=com_content&view=category&layout=blog&id=19&Itemid=37 (consultado el 02 de junio de 2012)

1 comentario:

  1. Interesante, forma de enfocar la naturaleza de los seres humanos

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