”Considerad al hombre como a una mina, rica en gemas de valor inestimable. Sólo la educación puede hacerle revelar sus tesoros y permitir que la humanidad se beneficie con ello”Bahá‘u’lláh

viernes, 1 de junio de 2012

El doble propósito de la humanidad

  El propósito que da significado y dirección a la existencia de la humanidad es la transformación. Esta transformación debe ser promovida simultáneamente en cada individuo y en la sociedad en general. La transformación a nivel personal implica estar en un proceso constante de desarrollo de las dimensiones físicas, intelectuales y espirituales inspiradas por el amor y un espíritu de servicio hacia la sociedad. La transformación social significa el compromiso para el establecimiento de un nuevo orden social basado en principios de justicia, unidad, paz y amor.

Para lograr este noble propósito, la humanidad cuenta con un importante instrumento, que es la educación. Pero surge la interrogante: ¿Cómo debe ser esta educación? Desde luego debe ser una educación que promueva el desarrollo de las potencialidades latentes de los individuos y los motive a dedicar sus vidas y sus capacidades para velar por el bienestar de la humanidad, contribuyendo activamente al establecimiento de un nuevo orden mundial en continuo proceso de transformación.

Para que la educación pueda cumplir con este propósito debe promover un aprendizaje que esté basado en la convicción de que los alumnos como seres humanos tienen una nobleza esencial y están dotados de infinitas potencialidades físicas, intelectuales y espirituales. Estas potencialidades  pueden convertirse en realidades vivientes por medio de un aprendizaje significativo que les permita desarrollar sus capacidades para participar activamente en la edificación de una civilización en continuo progreso.

Otro de los elementos que contribuye a que la educación promueva transformación personal y social es la implementación de un proceso de aprendizaje que permita a los alumnos internalizar los temas de estudio y los capacite para aplicarlos en su propio proceso de transformación y en servicio a la colectividad; es decir, que el aprendizaje debe ir más allá de la simple memorización de trozos sueltos de información.

Por tanto, para que el proceso de aprendizaje sea potencializador, debe estar  basado en objetivos de aprendizaje. Sus actividades deben ser definidas tomando en cuenta los cuatro momentos del ciclo de aprendizaje, y debe incorporar metodologías participativas apropiadas, según los contenidos y las características de los alumnos. El resultado, desde luego, será un aprendizaje dinámico y significativo.

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